Una perfecta oportunidad by Andrea Smith

Una perfecta oportunidad by Andrea Smith

autor:Andrea Smith
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-02-22T05:10:03+00:00


24

Jax no dijo nada cuando nos encontramos en la casa los días siguientes. Ni de la pizza con piña, ni del pollo frito. Mucho menos sobre la cita con su primo, algo que yo tampoco quise sacar a colación.

Coincidimos en algunas comidas y compartimos sonrisas. También entrenó de nuevo con Angelo y conmigo, aunque no volví a desmayarme ni tropezar. Fueron mucho más despacio para que yo les siguiera el ritmo y los tres trotásemos a la vez.

Pero en ningún momento mencionamos la cita.

Una cita que, dependía de cómo lo miraras, había salido mejor o peor de lo esperado.

Angelo se había portado genial, aunque lo cierto era que no teníamos mucha química. Sin embargo, a veces eso se podía ganar con el tiempo. Era un chico increíble, guapo, buena persona… y, además, estaba interesado en mí.

Sé que lo de «un clavo saca a otro clavo» no debería seguirse al pie de la letra, pero no me iba a rendir con facilidad. Necesitaba que mis hormonas alteradas por la paradisíaca Italia se redirigieran a alguien que no fuese Jax, alguien con quien no corriera el riesgo de acabar nuevamente con el corazón roto.

Aunque fuera solo durante ese verano.

Los días se sucedieron sin más. Jax se iba a trabajar al restaurante mientras usaba el resto del tiempo para arreglar la caravana, sus primos menores se escapaban de la casa a primera hora para ver a sus amigos, y Angelo me llevaba a la playa junto con Chiara para enseñarme a nadar.

Cada día que pasaba sospechaba más que, al igual que yo no había olvidado a Jax, tampoco Angelo había logrado olvidar a Chiara. Aunque estaba muy pendiente de mí, hacía bromas y tenía paciencia para que mi culo no se hundiese en el fondo del mar…, se notaba que el foco de su atención no era yo.

Eran ciertos gestos, formas, maneras de mirarla. Cuando le sonreía al coincidir sus miradas, aunque él estuviese enfadado. O cómo se apartaba el pelo detrás de la oreja porque sí, mientras hablaban.

Era evidente. Había que estar ciega para no darse cuenta.

Y empezaba a imaginar que él tampoco estaba ciego respecto a Jax.

Por eso, el día que accedió a venir con nosotros a la playa, anunciándonos que tenía la mañana libre, sentí que me atragantaba con el desayuno. Pero Angelo se alegró mucho, y Chiara más aún al verlo, pues corrió a abrazarlo. Solo yo parecía incómoda.

Agarramos nuestras cosas para la playa y subimos a las motos; como siempre, fui de paquete con Angelo. Una vez allí dejé caer mi vestido suelto sobre la toalla antes de doblarlo y guardarlo en la bolsa, para acto seguido tumbarme. En todo momento fui consciente de la mirada continua de Jax sobre mí, que provocaba que me ardiera la sangre.

Intenté no hacer caso de toda la piel expuesta que dejaba mi biquini, o del hecho de que Chiara enseñara más que yo. Simplemente cerré los ojos, me dejé llevar por el sonido de las olas y esperé que el calor me atontara lo suficiente para dormirme.



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